Un crash bursatil es un repentino colapso de las valoraciones de
una clase de activos, tales como las acciones en un mercado financiero, que se
produce a raíz de órdenes de venta masivas. La caída extrema de los precios de
las acciones se produce en un corto período de tiempo, como un día o una
semana. Después de un crash suele venir otro, con una ligera recuperación
intermedia, y finalmente un ciclo bajista a largo plazo. El crash a menudo
proviene de la ruptura de una burbuja especulativa. Sin embargo, puede
producirse un crash, incluso sin una burbuja previa, cuando se produce un
fuerte temor entre los inversores (por ejemplo, debido a acontecimientos
externos como las crisis en otros países) que se van retroalimentando.
Aunque los crashs suelen estar provocados por un temor exagerado e
irracional, no hay manera de evaluar objetivamente si se trata o no de una
exageración, o si realmente se está anticipando una profunda recesión
económica. Los gobiernos intentan intervenir para evitar un pánico generalizado
que podría colapsar no sólo los mercados de valores sino también todo el
sistema financiero y productivo.
El término "crash" apareció en las caídas bursátiles de Viena
y Berlín en el verano y otoño de 1873. En inglés, el término proviene de
"choque" o "accidente" bursátil. Por lo general se refiere
a la Bolsa, a diferencia de la crisis económica, cuyo alcance es mucho más
amplio. También se puede usar el término "crash" para referirse a un
fuerte descenso en otros mercados: crash de bonos, crash inmobiliario, etc.
El crash bursátil más famoso y devastador fue el que se produjo a
finales de Octubre de 1929, con caídas enormes en el precio de las acciones
durante varios días sucesivos, lo que daría lugar posteriormente a lo que se
conoce como Gran Depresión.
Crash del 29
El crash de 1929 fue una crisis del mercado bursátil que tuvo
lugar en Nueva York entre el 24 de Octubre y el 29 de Octubre de 1929. Este
evento marcó el comienzo de la Gran depresión, la mayor crisis económica del
siglo XX. Los días clave del crash se denominan: Jueves Negro (24 de Octubre),
Lunes Negro (28 de Octubre) y Martes Negro (29 de Octubre).
Causas del crash de 1929
El crash de 1929 fue resultado de una burbuja especulativa, cuya génesis
se remontaba a 1927. La burbuja se amplificó por el nuevo sistema de crédito
para la compra de acciones, que, desde 1926, había permitido Wall Street. Los
inversores podían comprar valores con una cobertura de sólo el 10%. El tipo
deudor dependía del tipo de interés a corto plazo; la sostenibilidad de este
sistema dependía de la diferencia entre la tasa de apreciación de las acciones
y las tasas de préstamo. Tras el aumento de los tipos de interés en Abril de 1929,
se produjo el primer estancamiento, y muchos inversores se vieron obligados a
vender sus títulos para cubrir los préstamos. Esta corriente de ventas
desencadenó una reacción en cadena.
Antes del crash
Los años 20 fueron un período de fuerte crecimiento en los Estados
Unidos. Así, entre 1921 y 1929, la producción industrial aumentó en un 50%. El
boom de la Bolsa no salió de la nada. Sin embargo, el aumento en la economía
real durante el mismo período fue del 18%, mientras que la Bolsa subió un 300%.
Según Jacques Brasseul, "el precio de los valores aumentó más que los
beneficios empresariales, que a su vez aumentaron más que la producción, la
productividad y los salarios." Creció mucho el elemento especulativo y se
convirtió en predominante a partir de 1928, hasta que la empresa Charles
Merrill (ahora Merrill Lynch) recomendó no endeudarse para comprar más
acciones, y dijo: "Aunque no se trata de una recomendación de venta, es el
momento oportuno para liberarse de sus créditos." Esto no atrajo a los
inversores, porque la capacidad de revender con una importante ganancia hacía
que muchos títulos se compraran a crédito.
La propia economía estaba mostrando signos de debilidad a principios de
1929: por ejemplo, la caída de la producción de automóviles de 622000 vehículos
a 416000 entre Marzo y Septiembre. La producción industrial disminuyó en un 7%
entre Mayo y Octubre. Esta desaceleración se debía en parte a un fenómeno de
asfixia: el capital disponible provenía de la Bolsa y no de la economía
"real".
Entre Marzo de 1926 y Octubre de 1929, el precio de las acciones aumentó
en un 120%. El 3 de Septiembre, el índice Dow Jones llegó a 381.17 puntos, su
nivel más alto desde 1954. El 16 de Octubre, el economista Irving Fisher dijo:
"Los precios de las acciones han alcanzado lo que parece una meseta
permanentemente alta".
El crash
Unos días antes del crash bursátil (18, 19 y 23 de Octubre), tuvo lugar
la primera venta masiva de acciones. El Jueves, 24 de Octubre (Jueves Negro)
fue el primer día de pánico real. Por la mañana, casi no había compradores, a
ningún precio, y las acciones colapsaron. Al mediodía, el índice Dow Jones
había perdido un 22,6%. Un motín estalló fuera de la Bolsa de Nueva York,
después de que los guardias del edificio y la policía impidieran la entrada de
los accionistas. La galería de visitantes fue cerrada. Circulaban rumores de
que algunos especuladores se habían suicidado, y que las Bolsas de Chicago y
Buffalo habían cerrado, y, por lo tanto, también Nueva York estaría a punto de
hacerlo. Una reunión de emergencia entre los cinco principales banqueros de
Nueva York se celebró en la sede de JP Morgan & Co durante unos veinte
minutos. Al concluir, Thomas Lamont, un líder de JP Morgan, dijo: "Ha
habido una pequeña cantidad de ventas en la Bolsa (...) debido a las
condiciones técnicas en el mercado. (...) El consenso de nuestro grupo es que
la mayoría de las cotizaciones del mercado de valores no representan fielmente
la situación. (...) La situación es susceptible de mejorar". El mercado se
recuperó ligeramente ante la noticia de que los bancos intervendrían para
apoyar los precios. De hecho, alrededor de las 13:30 horas, los inversores
institucionales, liderados por Richard Whitney, vicepresidente de la Bolsa de
Nueva York, intervinieron directamente. Whitney se acercó al puesto de
cotizaciones de Aceros de EEUU (US Steel) y pidió el precio de mercado en ese
momento (195), anunciando que quería comprar 25000 acciones a un precio de 205.
Fue haciendo lo mismo en una docena de puestos de los principales títulos
accionariales. Los precios se fueron recuperando rápidamente, y las pérdidas
totales de la jornada se limitaron hasta sólo el 2,1% (Dow Jones: 299,47
puntos). Por ejemplo, el título Montgomery Ward estaba a 83 dólares en la
apertura, 50 a mediodía, y acabó en 74 al cierre. Dos títulos registraron su
nivel más alto del año, mientras que 441 alcanzaron su nivel más bajo. El
volumen negociado llegó a un récord de 12,9 millones de acciones en un día
(siendo el volumen normal de 2-3 millones), cuando el récord anterior era sólo
de 8,3 millones. Las teleimpresoras tenían de plazo hasta una hora y media de
retraso sobre los precios, de forma que los vendedores, presa del pánico, no
sabían a qué precio se habían vendido sus acciones. Una multitud acudió a la Bolsa
de Nueva York tras el crash. Muchos inversores que habían pedido préstamos para
especular se vieron obligados a liquidar sus posiciones (llamadas de margen) a
partir del día siguiente. Los precios se mantuvieron estables el Viernes 25
(Dow Jones: 301,22 puntos) y el Sábado 26 (antes de la guerra había un período
de media sesión los sábados).
El ciclo se embaló el Lunes 28, que sería recordado como "Lunes
Negro", cuando se negociaron 9,25 millones de acciones. Los bancos no
intervinieron, a diferencia de lo que habían hecho el Jueves anterior. El
índice Dow Jones perdió un 13% (260,64 puntos), un registro que sólo sería
batido posteriormente por el crash de Octubre de 1987. Algunos títulos fueron
especialmente castigados: General Electric perdió 48 puntos, Eastman Kodak 42,
AT&T y Westinghouse 34, y US Steel 18.
El 29 de Octubre, Martes Negro, el volumen negociado llegó a los 16,4
millones de acciones. Las teleimpresoras tenían un máximo de dos horas y media
de retraso en los precios. El índice Dow Jones perdió otro 12% (230,07 puntos)
y las ganancias de un año desaparecieron. John Kenneth Galbraith escribió que
fue "uno de los días más devastadores en la historia de Nueva York, y tal
vez en la historia de la Bolsa". Winston Churchill, que se encontraba en
Nueva York, afirmó haber sido testigo del suicidio de un especulador que se había
arrojado por la ventana. El hecho nunca fue confirmado, y es el origen de las
leyendas que afirman que muchos especuladores se suicidaron. Las pérdidas
fueron de 30 millardos de dólares, diez veces el presupuesto del Estado federal
americano y más de lo que los Estados Unidos habían gastado durante la Primera
Guerra Mundial.
Entre el 22 de Octubre y el 13 de Noviembre, el índice Dow Jones pasó de
326,51 puntos a 198,69 (-39%), lo que correspondía a una pérdida de 30
millardos de dólares.
Después del crash
En un efecto dominó, el conjunto de la Bolsa se derrumbó, y la caída
desde 1930 a 1932 fue superior a la del año 1929. El 8 de Julio de 1932, el Dow
Jones cayó a 41,22 puntos, su nivel más bajo desde su creación en 1896.
Entre las caídas más espectaculares, cabe destacar a Goldman Sachs, que
pasó de 104 dólares en 1929 a 1,75 en 1932, American Founders Group (sociedad
de inversión) de 75 a 0,75, US Steel de 262 dólares a 22, General Motors de
1075 a 40, y General Electric de 1612 a 154 dólares. El Dow Jones perdió en ese
intervalo el 89% de su valor. El valor virtual de todos los títulos tuvo unas
pérdidas totales de 72 millardos de dólares.
Entre los famosos que más perdieron con el crash estaban: JP Morgan Jr.,
que perdió entre 20 y 60 millones de dólares, la familia Vanderbilt con 40
millones, la familia Rockefeller que vio evaporarse alrededor del 80% de sus
activos, Eddie Cantor con 2 millones en pérdidas, Winston Churchill 500000 y
Groucho Marx 240000 dólares.
La pérdida de confianza debida al crash bursátil afectó al consumo y la
inversión en los meses siguientes. Los inversores que habían especulado con
préstamos no podían pagar, provocando que los bancos limitaran los créditos.
Las grandes empresas experimentaban cada vez más dificultades de liquidez. Cuando
se producía una quiebra, aumentaba la fragilidad de los bancos. El pánico
cundió entre los inversores, que también se apresuraron a retirar su dinero de
los bancos. Sin mecanismos de estabilización, los bancos más débiles se vieron
devastados por la pérdida de fondos, provocando su quiebra, por lo que el crash
se convirtió en una crisis bancaria a partir de 1930.
Los créditos se congelaban, y el consumo, la inversión y la producción
seguían disminuyendo, a la par que el desempleo explotaba (de 1,5 millones a 15
millones de parados en 1933). La crisis bancaria se convirtió en crisis
económica en 1931.
Las medidas proteccionistas tales como la Ley Arancelaria
Smoot-Hawley de 1930, promovieron la propagación de la crisis a todas las
economías occidentales a partir de 1931.
Un intento de recuperación de la economía de Estados Unidos se inició
con el New Deal (Nuevo Acuerdo) y, en particular, con la Ley de
Recuperación Industrial Nacional de 1933, pero se produjo una recaída en 1937.
Sólo la entrada de Estados Unidos en la Segunda Guerra Mundial a finales de
1941 hizo que el país empezara a recuperarse de manera sostenible gracias a la
economía de guerra.
Los índices bursátiles no volvieron a valores comparables a los
anteriores al crash de 1929 hasta veinticinco años más tarde (el pico del 3 de
Septiembre de 1929 se superó el 23 de Noviembre de 1954).
La Gran Depresión
La Gran Depresión fue una profunda recesión económica mundial que
empezó a principios de 1929 y terminó en diferentes momentos de los años 30 o
principios de los 40, según el país. Fue la mayor y más importante depresión
económica de la historia moderna, y se utiliza en el siglo 21 como punto de
referencia sobre lo que podría ser una futura caída de la economía mundial. La
Gran Depresión se originó en los Estados Unidos. La mayoría de los
historiadores suelen usar como fecha de inicio el crash bursátil del
29 de Octubre de 1929, conocido como "Martes Negro". El fin de la
depresión en los Estados Unidos se asocia con la aparición de la economía de
guerra durante la Segunda Guerra Mundial, que empezó a funcionar en 1939.
Incluso poco después del crash de Wall Street de 1929, el optimismo persistía.
John D. Rockefeller dijo que "estos son días en que muchos se ven
desalentados. En los 93 años de mi vida, las depresiones han ido y venido. La
prosperidad siempre ha vuelto otra vez."
La Gran Depresión tuvo efectos devastadores tanto en los países
desarrollados como en desarrollo. El comercio internacional se vio
profundamente afectado, al igual que los ingresos personales, los ingresos
fiscales, los precios y los beneficios empresariales. Ciudades de todo el mundo
resultaron gravemente afectadas, especialmente las que dependían de la
industria pesada. La construcción prácticamente se detuvo en muchos países. La
agricultura y las zonas rurales sufrieron cuando los precios cayeron entre un
40 y un 60 por ciento. Frente a la caída de la demanda, con pocas fuentes
alternativas de puestos de trabajo, fueron las áreas dependientes del sector
primario (industrias como la agricultura, la minería y la tala de árboles) las
que más sufrieron.